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miércoles, 2 de septiembre de 2009

Jean Jacques Rousseau,un moderno en el siglo XVlll

Jean Jacques Rousseau,un moderno en el siglo XVlll

Nació en Ginebra,Suiza,el 28 de junio de 1712.Falleció en Ermenonville,Francia,el 2 de julio de 1778 a los 66 años.Fue escritor,filosófo,músico,pensador,lo que llamaban en la época un Ilustrado.Vanguardista y demasiado adelantado para aquellos tiempos.

Fue bastante infeliz,como casi todos los genios,con carácter inestable y temperamento difícil,sufría manía persecutoria y era un psicótico en potencia.Se sintió siempre un imcomprendido.

"El hombre nace libre,pero en todos lados está encadenado",una de sus frases célebres contenidas en su obra "El contrato social".

Aquí les dejo un fragmento de "Sueños de un paseante solitario",escrito en el año 1776 a 1778 compuesta en estos últimos años de su vida y autobiográfica.

Espero que les guste y lo disfruten.

"Sueños de un paseante solitario"...


(...) Todo sobre la tierra está en un flujo perpetuo. Nada conserva en ella una forma constante y definida, y nuestros afectos que se apegan a las cosas exteriores pasan y cambian necesariamente al igual que ellas. Siempre hacia delante o detrás de nosotros, recuerdan el pasado, que ya no es, o prefiguran el porvenir, que muchas veces no ha de ser: nada sólido hay en ello a lo que pueda apegarse el corazón. Por eso mismo, aquí abajo apenas si tenemos más que placer pasajero; en cuanto a la felicidad que perdura, dudo que se conozca aquí. Apenas si existe en nuestros más intensos goces un instante en el que el corazón pueda auténticamente decirnos: Quisiera que este instante durase para siempre; y ¿cómo podemos llamar felicidad a un estado huidizo que aún nos deja el corazón desasosegado y vacío, que nos hace añorar algo antes, o seguir deseando algo después?
Pero, si existe un estado en el que alma halle asiento suficientemente sólido como para reposar en él completa y reunir allí todo su ser, sin tener necesidad de recordar el pasado ni de echar el paso hacia el futuro; en el que el tiempo no sea nada para ella, en el que el presente dura para siempre sin marcar, no obstante, su duración y sin huella ninguna de sucesión, sin ningún otro sentimiento de privación ni de goce, de placer ni de dolor, de deseo ni de temor sino tan sólo el de nuestra experiencia, y si ese sentimiento puede colmarla por un completo; mientras ese estado dura, aquel que se halla en él puede llamarse feliz, no con una felicidad imperfecta, pobre y relativa, tal como la que se encuentra en los placeres de la vida, sino con una felicidad suficiente, perfecta y plena, que nunca deja en el alma vacío alguno que sienta la necesidad de llenar. Tal es el estado en el que muchas veces me he hallado yo en la isla de Saint-Pierre en mis ensoñaciones solitarias, ya fuera tendido en mi barca, que dejaba ir a la deriva al arbitrio del agua, ya fuera sentado en las orillas del lago agitado, ya fuera en otro lugar, al borde de un hermoso río o de un arroyuelo que murmuraba sobre los guijarros.
¿De qué goza uno en semejante situación? De nada externo a uno, de nada sino de uno mismo y de su propia existencia, mientras dura ese estado uno se basta a sí mismo como Dios. (...)

Hasta la próxima!

Marcela Braun